Pensé que podría dejar que mi hija se fuera a la universidad para vivir una vida normal, pero su recuerdo me persigue.
Basta pensar en ella con otro hombre para hacerme estallar.
Los celos se enroscan en mi interior y la posesividad me consume.
Es mía, se dé cuenta o no.
Rápidamente paso de ser su protector a su acosador, y nada, ni siquiera la pequeña parte de mí que sabe lo equivocado que es esto, puede desbaratar mi plan.
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