0.5
Elio.
Soy el Rey Sombra y dirijo esta ciudad. O al menos, eso creía. Mi imperio se basa en el poder, pero Sophia Falcone, la hija de mi mayor rival, es otro tipo de amenaza. Es un veneno al que no puedo resistirme, una droga que ansío controlar para conseguir lo que quiero.
Victoria.
Estoy en la academia, intentando ser recta y seguir la ley. Sin embargo, hay alguien que siempre me vigila. Cada calle que recorro me parece un tablero de ajedrez de los De Luca. Pese a no haberme apuntado, estoy atrapada en su juego, y aún no conozco las reglas.
1
Nica.
El apellido De Luca apesta a poder, a dinero y a una oscuridad que me hiela hasta los huesos, y ahora la sangre de mi padre grita venganza: voy a hacérselo pagar.
Pero entonces le veo: Elio De Luca. Mandíbula angulosa, cabello negro como la tinta cayendo desordenadamente sobre su frente y ojos que me atraviesan.
Sé que es un depredador, pero hasta su mirada me eriza la piel y hace que me pregunte si es realmente el mismo chico que compartía conmigo caramelos robados.
Ahora dirige un imperio cimentado en sangre. Sus ojos se cruzan con los míos y no dudo que hay un destello de reconocimiento al que sigue una máscara fría. Sé que me arriesgo al estar aquí; aun así, me pregunto si queda algo del chico que conocí bajo esa despiadada fachada. Entrar en el mundo de Elio, un mundo que dejé atrás cuando era una cría, podría costarme algo más que el corazón: podría costarme la vida.
Elio.
El aroma de la canela me golpea como un fantasma de un pasado que creí lejano y, de pronto, ella está aquí, en mi evento: Nica. Mi mirada recorre sus curvas, deteniéndose más tiempo del conveniente; es una distracción que no puedo permitirme, y aun así no aparto la vista. Su largo cabello oscuro enmarca un rostro que me atrae. Sus labios se entreabren y me maldigo por preguntarme a qué sabría; no debería desearla, pero la deseo.
Victoria Galli, mi mejor amiga hasta que dejó de serlo. ¿Qué hace aquí? Sus ojos están llenos de una furia que no puedo descifrar, y al parecer va dirigida a mí.
No tiene derecho a mirarme así. No tiene derecho a estar aquí, no en este mundo, mi mundo. Una parte de mí quiere tenderle la mano y explicarle en lo oscuro que me he convertido, pero ¿verá Nica sólo al monstruo que el resto del mundo teme?
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