Damien Sinclair no es sólo un hombre. Es una tormenta. La calma hipnótica de un atardecer sobre el océano... y la furia de un huracán que arrasa con todo a su paso. Alguna vez, tuvo mi corazón en sus manos. Hasta que un día reuní el valor para alejarme.
No me fui porque dejara de amarlo. Me fui porque amarlo significaba perderme a mí misma. Porque con él, cada latido, cada respiro, le pertenecía.
Durante dos años, reconstruí mi vida lejos de su influjo arrollador. Creí estar a salvo. Hasta que, en un giro cruel del destino, terminé sentada a su lado en un vuelo interminable.
Como si eso no fuera suficiente, íbamos al mismo lugar.
Su sonrisa pecaminosamente encantadora. Su carisma envolvente. Esa mirada traviesa que prometía peligro y placer. Todo regresó de golpe.
Atracción.
Deseo.
Pasión.
Olvidarlo fue una tortura.
¿Sobreviviré al recordarlo?
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