Desde el primer momento en que la vio, supo que sus hilos del corazón estaban entrelazados.
Rekosh no tenía mucho interés en buscar pareja, al menos hasta que conoció a Ahmya. Pequeña, delicada y humana, no se parece en nada a los de su especie. Es una flor radiante que florece entre enredaderas estranguladoras. En ella encuentra una determinación profunda e indomable, una curiosidad inspiradora y una pasión ardiente. Ella despierta en él un feroz instinto de protección y le provoca un deseo que nunca ha experimentado. Lo único que ansía es declararle lo que siente por ella.
Sin embargo, a cada instante surge un nuevo obstáculo, y un nuevo peligro, que amenaza con alejar a Ahmya de él para siempre. Mientras se ven obligados a luchar por su supervivencia en una jungla hostil, parece que hasta los propios dioses pretenden separarlos.
Por ello, Rekosh tejerá su propio destino.
Ahmya es la dueña de sus corazones, y será suya, sin importar lo que tenga que hacer para ganarse su afecto. La reclamará, la protegerá, la amará, y entrelazarán sus almas tan profundamente que nunca podrán separarse.
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